El gobierno de Mauricio Macri analiza una reestructuración de la administración tras las elecciones del 22 de octubre. El objetivo es reducir el gasto público, lograr un recorte del déficit fiscal significativo en 2018, dar señales convincentes de lucha contra la inflación y poder avanzar en una reforma tributaria.
Este año, el desequilibrio fiscal superará los 420.000 millones de pesos, lo que enciende alarmas en la Casa Rosada. Si bien cumpliría con la meta fiscal del 4,2% del PBI del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, algunos economistas dicen que llegará a 8%. Y en 2018 la meta es menor: 3,2%.
Si bien cerca del jefe del Gabinete, Marcos Peña , niegan un ajuste, varias fuentes oficiales confiaron por lo bajo que luego de octubre se intentará un fuerte recorte de gastos sin impacto social. “Hasta las elecciones no se toca nada para evitar ruidos, pero luego de octubre se reducirán gastos”, aseguró un funcionario cercano al Presidente. Macri necesita dar señales fuertes de freno a la inflación para acelerar inversiones. Los empresarios aquí, en Estados Unidos y en otros países le preguntan por la grave situación fiscal que impide bajar la presión tributaria, que eleva las tasas, retrasa el tipo de cambio y enfría la economía.
La primera premisa será que no habrá despidos de empleados públicos. “Al contrario, queremos jerarquizar la carrera administrativa”, repiten funcionarios. Macri comenzó este año con la intención de fusionar programas, organismos y secretarías de Estado para ahorrar gastos y eficientizar la gestión. Pero luego advirtió que la prioridad para 2017 era ganar las elecciones sin tensiones.
08/05/2017