Mariana Leidemann, la única arquitecta mujer que formó parte de los equipos de trabajo que diseñaron Puerto Madero, el barrio más exclusivo de la Ciudad de Buenos Aires que este año celebra las tres décadas desde que comenzó a pensarse como tal, a partir de la creación de la Corporación Puerto Madero, el organismo conformado por el Estado nacional y el gobierno porteño, que se encargó de la urbanización y el desarrollo de las tierras del antiguo puerto de Buenos Aires. Los arquitectos Enrique García Espil, Antonio Tufaro y Eugenio Xaus, también integraron los tres equipos que ganaron el Concurso Nacional de Ideas que fue organizado por la Sociedad Central de Arquitectos (SCA) en 1991 a instancias de la entonces Municipalidad de Buenos Aires. La nómina de arquitectos que también formaron parte de estos equipos de diseño y proyección urbana del ahora exclusivo barrio porteño se completaba con Juan Manuel Borthagaray, Cristian Carnicer, Pablo Dobal, Carlos Marre y Rómulo Pérez. Se habían presentaron más de cien proyectos, de los cuales solo tres ganaron y fueron premiados. “Fuimos quienes definimos el código de urbanización y de usos de las 170 hectáreas que tiene Puerto Madero”, señaló Leidemann. “Definimos el ancho de las calles, las manzanas, los lotes y dónde se erigirían los edificios y las torres. El masterplan se hizo en seis meses”. Cómo funciona el ‘hospital de las estatuas’ donde se reparan los monumentos porteños “No queríamos crear una ciudad diferente a lo que era Buenos Aires. Tenía que ser la continuación de la ciudad y creo que se logró. El antecedente a este concurso fue un proyecto del catalán Jordi Borja que no prosperó, ya que definía Puerto Madero como “una barrera entre la ciudad y el río”. Para Enrique García Espil, haber participado del masterplan “fue un sueño”. “Desde que participamos en el concurso todo se hizo en apenas treinta años; creció muy rápido. Creíamos que iba a demorar en desarrollarse. Catalinas, por ejemplo, se diseñó casi dos décadas antes y todavía se sigue construyendo”. Por su parte, Antonio Tufaro destacó la importancia del proyecto a partir de la decisión de un gobierno de recurrir a arquitectos para generar ciudad. “Todavía me sorprende pensar que fuimos los últimos en encarar este tipo de proyecto en la Ciudad. Se creó una parte de Buenos Aires que no existía, con todo lo bueno y lo malo que ello implica”. Qué le falta. En este sentido, los arquitectos contaron la visión que tienen sobre el barrio, donde el metro cuadrado ronda los US$ 7 mil. “Personalmente no lo siento como barrio. Me produce extrañeza y me siento casi una turista cuando estoy en la zona”, indicó Leidemann, mientras caminaba junto a los arquitectos por el Malecón del Dique 2. Instalarán una rueda al estilo de London Eye en Puerto Madero “Si bien el espacio público se resolvió, la falta de densidad poblacional comparada con los metros construidos y la ausencia de un zócalo comercial acorde lo hace distinto a los barrios porteños”. Tufaro, por su parte, señaló que “al crear una ciudad que no existía debería haberse impulsado la construcción de escuelas y hospitales en la zona. Pensábamos que esto iba a suceder naturalmente, pero no ocurrió. El barrio tomó su propia impronta”, agregó. Por último, García Espil señaló que “lo único que le falta a esta zona es más transporte público. El masterplan contemplaba un sistema de Premetro para esta parte de la Ciudad pero no se hizo. De todas maneras, imagino que no falta mucho para que haya más transporte público circulando por las calles de Puerto Madero”, concluyó el reconocido arquitecto porteño, antes de recorrer con sus compañeros el Puente del Mujer.