Es usual ver a la Ciudad de Buenos Aires, en esta época del año, cuando promedia el mes de Octubre y comienza Noviembre, miles de argentinos le agradecen en secreto al paisajista francés Carlos Thays, uno de los principales responsables de que en la ciudad haya más de 14 mil jacarandás, un árbol que tiñe de lila buena parte del territorio porteño.
Es una especie que se la encuentra en el norte argentino, pero también en Uruguay y Paraguay.
El árbol adulto alcanza una altura de 12 a 15 metros,5 hasta 20 metros en condiciones favorables.6
Las raíces, de desarrollo oblicuo, iguales y fasciculadas no son invasoras, por lo que cuando se presenta un periodo de escasez de agua el árbol se ve muy mal.
La copa del jacarandá no tiene una forma uniforme: algunas veces en forma de una sombrilla, algunas veces de forma piramidal, pero nunca densa. En general, forma una copa ovoide e irregular. La estructura es de ramificación principal extendida. La copa, de forma natural, alcanza un diámetro de 10 a 12 m, proyectando una sombra de mediana intensidad.
El tronco principal tiene una forma algo torcida y tiene una altura de 6 a 9 m y un diámetro de 4 a 7 dm.7 El ritidoma es de color pardo grisáceo y de textura lisa en la juventud, y áspera, fisurada y oscura con la edad, forma escamas rectangulares que se pueden desprender. El jacarandá alcanza 8 a 12 m de altura. Es un árbol semideciduo de crecimiento medio y una longevidad de más de 100 años.
Las hojas son grandes, de 3 a 5 dm de longitud; son compuestas, opuestas, bipinnadas, con hojuelas de 25 a 30 con pares de folíolos pequeños de forma oval-oblonga, apiculados, de color verde claro y textura de su superficie lisa pubescente. La cara superior de la hoja es de color verde oscuro, la cara inferior pálida. La época de foliación ocurre a principios de verano.
Las flores, de 4 a 5 cm, están agrupadas en panículas terminales erectas, de 20 a 30 cm y son de color azul violeta. Tiene la corola con tubo muy retorcido y los 5 pétalo soldados. Los lóbulos de dicha corola son algo desiguales y organizados en 2 labios, uno de 2 lóbulos arriba y el inferior de 3. Toda la corola es veluda, exterior y -sobre todo- interiormente. El androceo, como es habitual en las bignoniáceas, tiene el más largo de los 5 estambres estéril y 2 de los fértiles son más largos que los dos restantes. El pistilo es largo, pubescente y es de color blanquecino. La floración se produce durante la primavera, antes que la foliación, y a veces tiene una segunda floración, más escasa, en el verano.
Frutos maduros todavía sin abrir.
El fruto leñoso, dehiscente, plano, en forma de castañuela —y que en guaraní se llama (ka-í jepopeté) que significa algo así como “aplauso de mono”— es una cápsula loculicida de unos 6 cm de diámetro, orbicular y comprimida, de color verde que se torna pardo oscuro cuando madura, con semillas aladas. Los frutos aparecen a finales de otoño y permanecen todo el año.
El reconocido paisajista Thays los eligió apara decorar las calles porteñas no solo por su belleza, sino también porque son lo suficientemente robustos como para soportar el clima citadino. Y a diferencia de otras especies, su raíces no suelen destruir veredas y eso facilita su uso.
En el año 2015, la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires designó al jacarandá como “árbol distintivo”. En los fundamentos del proyecto de ley que fue aprobado por amplia mayoría, se explicaba que al igual que otras grandes capitales del mundo, Buenos Aires posee un abundante y frondoso arbolado que constituye un valioso patrimonio. Y si bien la ciudad no tiene especies autóctonas, existen varias que son parte de la geografía urbana y de nuestra historia; entre ellas se destacan el jacarandá, el lapacho y la tipa como las especies mejor desarrolladas.
“El jacarandá se destaca por su belleza en las diferentes floraciones que presenta durante el año engalanando calles y espacios verdes con su paleta de celestes azulados y liláceos. Se incorporó al paisaje porteño hacia fines del siglo XIX, en el arbolado de calles y plazas formando parte de alineaciones en las avenidas San Juan y Callao, en Plaza de Mayo, Plaza Italia, Plaza Seeber, El Rosedal, en la Avenida Belgrano, entre otras”, se destacó en un comunicado en 2015, cuando la Legislatura lo denominó “árbol distintivo”.